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jueves, 11 de julio de 2019

Invisibles

Él, Richard Gere, el famoso actor, simplemente, se dejó la barba de unos días, puso un gorro en la cabeza y se sentó a pedir en una calle de Nueva York. Nadie le reconoció. 


  Se mira demasiado hacia arriba. Falta humildad   para reconocer que se visten apariencias y se tapan   miserias. 

¿Qué valor tenemos si medimos a las personas solo por su posición social, por sus contactos o su puesto de trabajo? Sí, claro que tiene importancia, y mucha; sin embargo, no ocultemos lo que nos diferencia de las máquinas. 

Razonemos, despleguemos empatía, sentido de la equidad, de la solidaridad. Sabemos que la vida tiene cara B para todos. Para unos más que para otros, es cierto. Más no esperemos a que nos la muestre para acercarnos a los que lo necesitan. 

No son parte del mobiliario, son personas, seres humanos, que por voluntad o necesidad están en una situación de la que deben salir y la indiferencia les hunde más.

¿Qué nos separa de "los sin techo"?, ¿una mejor decisión, alguien que nos apoya? No estamos tan lejos. Le puede ocurrir a cualquiera. Cuando trabajé en Padre Rubinos, recuerdo haber visto allí a un Premio Pulitzer, a un ingeniero, a un licenciado en Economía, un albañil, una ama de casa, entre otras personas tremendamente válidas, a quiénes la sociedad coloca una etiqueta y les excluye, negándoles cualquier oportunidad de demostrar su valía. 


Algo va mal en esta sociedad donde unos calzan zapatos de más de 1000 euros mientras otros caminan descalzos.